Literature
El oso y el Duraznero
Una vez, en medio de un bosquecillo, había un pueblito. Era un pueblito pintoresco y genérico, de los que se suelen fabricar por docenas para cuentitos como éste, con su escuelita, su cura y su zapatero remendón.
Resulta que muy cerca de este pueblito crecía un duraznero, un gran duraznero silvestre. Todos los veranos sus ramas se llenaban de frutas gordas y aterciopeladas que los chicos miraban desde lejos.
Sólo las miraban, porque no podían hacer otra cosa.
—No agarres duraznos de ese duraznero —los reconvenían sus madres—. Hay un oso que ronda el árbol y se come a los que se